sábado, 29 de septiembre de 2007

Comentarios de Débora Tajer


Estamos aquí para celebrar el primer libro de Claudio Erbin, que marca su debut público con un oficio y una faceta de su ser que hace tiempo forma parte de su vida privada: el oficio del escritor.
Pero paradójicamente voy a empezar compartiendo con ustedes la contra-cara de esta decisión de ser un escritor y celebrar públicamente con quienes los queremos y somos sus primeros lectores, las ganas que tiene de llegar a otros múltiples lectores que conozcan su creación.
Voy a hablar del acto humano de escribir mas allá de ser “un” escritor, como práctica para dar cuenta y procesar una experiencia de vida. Como decía Jean Paul Sartre en una entrevista que le hicieron en los 60, no la especialización del escritor, a la que incluso el mismo Sastre renunciaba en su elección de ser sólo alguien que escribe y es, o es un ser entre otros dando cuenta de lo humano.
Un ser, un alguien entre otros “alguienes”. Y Elijo esto porque creo que refleja muy claramente una de las opciones y estilo de Claudio Erbin en la vida: no sobresalir y arrancarse del resto, sino ser y hacer entre los otros.
Y en esta primera novela se da muchos gustos juntos:
  • Resonar con el estilo de sus escritores favoritos.
  • Incluir elementos fantásticos y mágicos. Bien latinoamericano.
  • Hacer viajes en el tiempo y en las vidas.
  • Compartir años de investigación de las costumbres y vida cotidiana de los pueblos originarios del sur: tehuelches y mapuches.
  • Reconstruir a partir de ellos y crear lo que pudiera haber sido la vida cotidiana de un pueblo del que se sabe poco, los vuriloches.
  • Plantear su propia versión acerca de la ciudad de los Césares.
  • Utilizar diversos elementos y escenas míticas recreándolas como escenario para la dramática que nos quiere transmitir.
Pero además hay dos ejes de preocupación centrales como proceso de experiencia que incluye en su novela:
  • Como lo fantástico y los viajes, en tanto metáforas, permiten procesar las propias experiencias de vida. Usándolas como caleuche o nave que le permite aproximarse a un real a veces doloroso, pero siempre inabarcable por la mera racionalidad.
  • Y un segundo eje: las viscicitudes de las relaciones hombre mujer en la vida adulta. Que se replican, duplican y sintetizan en el tiempo.

Y de este eje: solo diré algo de las relaciones de género (no puedo con mi genio) que presenta la novela.
Hombres sensibles, que salen para buscarse a si mismos, que viajan, luchan por su pueblo y por buenas causas y que estas búsquedas tienen como precio algunas veces alejarse de sus amadas.
Mujeres sensibles, que se quedan esperando, que se resienten en la espera. Que reclaman mucho, porque esperan mucho.


Quedamos atentos a los nuevos devenires que en sus futuras novelas tendrán estos ejes y la propia curiosidad, por como se desarrollará este último.
Pero por ahora, solo celebrar! Es el primero, es bueno, lo recomiendo, disfrute su lectura y se que lo disfrutaran.
Muchas gracias.






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